La ansiedad climática, conocida como «ecoansiedad», está afectando significativamente a la vida de muchos ciudadanos, particularmente a los más jóvenes. Según datos publicados por The Lancet, un 45% de la población mundial reporta que la preocupación por el cambio climático influye negativamente en su vida cotidiana. Este fenómeno, que surge de la creciente consciencia sobre las crisis ecológicas, ha cobrado importancia en los últimos años.
El impacto del cambio climático en la salud mental
La ecoansiedad se ha intensificado en un contexto de temperaturas globales sin precedentes. El mes de abril de 2024 ha sido registrado como el más caluroso de la historia, con un aumento de 1,58 °C en comparación con la media de los meses de abril antes de la era industrial y 0,67 °C más que la media de abril entre 1991 y 2020, según datos de Copernicus. Estos aumentos de temperatura han contribuido a que los expertos pronostiquen que 2024 podría ser el año más cálido jamás registrado.
Este incremento en las temperaturas no solo tiene consecuencias devastadoras para el planeta, sino también para la salud mental de las personas. La ecoansiedad, caracterizada por la angustia y el estrés relacionados con las amenazas del cambio climático, se manifiesta con mayor frecuencia entre los jóvenes. De acuerdo con The Lancet, el 83% de los encuestados creen que la humanidad no ha cuidado adecuadamente del planeta.
Los jóvenes, los más afectados
Meritxell Hernández, CEO y fundadora de Roll’eat, una empresa comprometida con la reducción del impacto medioambiental de los envoltorios de un solo uso, comenta que «las nuevas generaciones están más sensibilizadas respecto a este tema porque son conscientes de que heredarán un planeta en crisis debido a la falta de responsabilidad de las generaciones anteriores». Esta consciencia les ha llevado a interiorizar la necesidad de actuar de manera responsable con el medio ambiente.
La ecoansiedad se intensifica cuando se perciben fenómenos como el calentamiento global, la deforestación o el deshielo, ante los cuales los individuos sienten que no pueden hacer frente con sus recursos personales.
Estrategias para abordar la ecoansiedad
Enfrentar la ecoansiedad requiere una combinación de acciones individuales y colectivas. Hernández sugiere que una forma efectiva de mitigar este sentimiento es fomentar un consumo responsable en nuestro entorno inmediato. Desde Roll’eat, se aconseja evitar el uso de productos de un solo uso en la rutina diaria. «Poco a poco veremos que es posible vivir sin tanto plástico y envases desechables», afirma Hernández.
Reconocer la importancia de la ecoansiedad es fundamental para canalizar este sentimiento hacia iniciativas positivas. «No debemos restar importancia a la ecoansiedad, sino utilizarla como un impulso para implementar pequeñas acciones que nos ayuden a evolucionar hacia un modelo de sociedad más respetuoso con el medio ambiente», concluye Hernández.
El reconocimiento y la acción frente a la ecoansiedad no solo benefician al planeta, sino que también pueden aliviar la carga emocional de aquellos que se sienten abrumados por las crisis climáticas. Es esencial que tanto los individuos como las comunidades trabajen juntos para fomentar prácticas sostenibles y responsables, asegurando un futuro más saludable y equilibrado para las generaciones venideras.